martes, 1 de abril de 2014
martes, 25 de marzo de 2014
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Conociendo el sector comercial
La
Quinta, carrera de sobrevivencia
Por:
Andrea Gallardo
Vía principal de los samarios, vecina
de la bahía más linda de América y hogar de paso para muchos que andan
descalzos.
Un trayecto no muy largo de once calles conforma esta carrera que le da vida al comercio informal en la ciudad, donde reposan las cenizas de Bolívar; Libertador que a unas cuadras de distancia saluda a los paseantes de este atiborrado lugar.
Entre callejones coloridos similares al de una
plaza de mercar, los puestos de ventas abundan sin parar entre artículos de
bajo precio, reputación dudosa, el bullicio de las olas y el olor a mar, que opacan entre su corriente e improvisado
local a los grandes monstruos del área comercial. La carrera
Quinta se convierte en la vía principal para todo valeroso vendedor que
en su calle nunca querrá dejar de trabajar.
Con
más de doscientos puestos informales y centenares de visitas de una población que necesita y que disfruta,
no solo lo fácil que se satisfacen sus necesidades en el famoso rebusque de una ruta con el
ambiente a rincón samario, sino el sonar
de más de una canción, el olor del frito en cada calle con intenciones de un
glotón, la perfumada y cálida brisa que ventea los más de seis árboles en cada vía
paralela, ambientada por andenes agrietados que vociferan su edad. La Quinta se
transforma en el paseo de exposición más tradicional y público que los samarios
han de disfrutar.
Entre
las 8 y algunos cuantos minutos más de las horas de la mañana, hay cientos de
personajes caricaturesco con traza de
amabilidad y diseño de paciencia. Una vía en la que se compite sin parar donde
se mide la destreza del más persuasor, en el que cada gigante de atrás no se
deja intimidar del más pequeño puesto e ilegal lugar. La Quinta se transmuta en
una carrera de sobrevivencia.
Todo
inicia en la calle 22, número par que en su panorámica vista tiene una valla
grande con indicaciones explicitas de qué número impar o par no puede circular
por esta calle comercial.
Las
cotizas coloridas en vitrinas de comida centran tu atención al caminar por la
21, calle que trocada en minutos que es el tiempo que te gasta en ir y
regresar; porque las películas de la 20 te pueden impresionar , pues de tantos
paquetes se convierten en 19 segundos sin dejar de mirar, y son esos segundos
los que componen en nombre de la siguiente que entre 11 lugares no te dan
espacio de caminar sin contar aquellos que aún no abrían, igual que aquel
teatro en la 17 que todavía no terminan.
Acompañado
de una vista pintoresca y antigua de La Catedral, con bolardos de rústico
cemento y tamaño particular que no superan los 16 centímetros de la calle
popular, esa que le sigue y que huele a frutas de los más apetitosos jugos de
esta ciudad.
Confesiones de un vendedor legal
Entre
la 15 y los descuentos que duplican el tiempo de camino, Marta Ortega sale a
trabajar. En su frente cuelga el letrero de un banco que más que Davivienda lo
bautiza como su mina antipersonal, pues la lleva y la trae corta con su pesos
de ganancia diarios que suman los 80; con más de 18 años en ese lugar, y un
carnet que la acredita como propietaria de 4 tubos de hierro, un mesón y 100
pares de sandalias que esconde en cajas debajo de su dignidad.
En
la 14 se encuentra el famoso Celu-Star. Una amañada visitante que se posesionó
en la ciudad como la paisa Star, en donde las 13 vitrinas y un local comercial
del tamaño de un enorme y monumental negocio, cuyas ganancias han atraído a más
de quince vendedores durante los últimos 5 años. Vendedores que esta hermosa
tierra no vio nacer, pero que mantiene a más de un comerciante que el interior
del país despachó.
Entre
almacenes de telas y stands de
revistas, donde las portadas son niñas con peinados y uñas embarnecidas por
esmalte, hay una pequeña y minúscula repisa blanca con diarios de Colombia que
se resumen en informes del día.
Entre
los periódicos que abundan, se encuentran El
Informador, El Tiempo, El Heraldo y Hoy Diario del Magdalena; nombres que sintetizan
la ardua labor de don Carlos, que se dedica a informar todo el tiempo de su día
entre los carros y habitantes magdalenenses del diario transitar de la calle
13.
Dejando
atrás el famoso santo que en cada ciudad ha de estar, y por cariño le dicen
Andresito, te topas con las siete esteras tristes que en la calle 12 del Hotel
Costa Norte no han de asomar ni sus productos ni una pizca de luz artificial,
donde se destaca la compraventa de color naranja y el taller del oriente de muy
reservada atención.
A
falta de una, me quedan dos calles que saludar, y es la 11, la más opaca y
deshabitada de esta carrera de sobrevivencia. Me atrevo a juzgar que a estos
cotizados comerciantes no les gusta madrugar a excepción de dos compraventas
que no duermen nunca para ningún interesado de la plata y las prendas.
Culminando
el trayecto de ida me sorprendo con el carnaval de compras que se puede hacer.
Saludos te deja la Confitería y
Panadería, sonrisas te envía la droguería Universal y te despide J.Q y Almacén
007 que te viste a ti que compras, pero que se olvida de aquel pequeño
indigente con suéter rojo y bermuda rota que con la vista cerrada me suplica ¡Ayuda! Y
algo de comer.
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Es más fácil llamarla, que serlo
En los calzones de una ex prostituta
Por: Andrea Gallardo
“Amor de puta y vino de
frasco, a la noche gustosos, y a la mañana dan asco” refrán popular.
Llevo años hablando con una
prostituta, pero ella no tiene idea de que yo lo sé y tampoco quiero que lo
sepa; ella no vive detrás de un estigma, ella es todo lo contrario de lo que te
imaginas al pensar en una “puta”. Aunque llevo años hablando con ella, aun no
sé qué es hablar con una prostituta.
De cabello negro tostado amarrado
en forma de tomate, de tez oscura y marchita por el sol, de caderas voluptuosas
y figura amorfa; como una flor negra en un cultivo de rosas, de mil una y de
cien ninguna como ella.
Por las tardes de la
soleada samaria ella se pasea entre faldas largas y un trapero por mi casa y
esto no es diario, sino solo en aquellas oportunidades cuando su servicio hace
falta, y no evito pensar que la madurez de sus años es la foto perfecta de la
rudeza de sus rasgos, la gracia de su esencia y la sublimidad de su gesto, pero
en aquella ruidosa mueca siempre hay un reflejo de un pasado lúgubre de
aquellos que es mejor no recordar y que un tango es capaz de ocultar, y si es
preciso ese de Mario Cesar Gomila que entre un son sonar suena como su vida:
“Las flores negras que me diste un
día,
nocturnalias tristes de tu gran amor,
como ilusiones de la vida mía
ya están marchitas de mortal dolor”
nocturnalias tristes de tu gran amor,
como ilusiones de la vida mía
ya están marchitas de mortal dolor”
Y
me pregunto, ¿quién será?, ¿qué pasó debajo de esa falda larga?, ¿quién le hizo
eso?, entonces cobro coraje y me acerco a preguntarle, pero un nudo en la
garganta y la sangre en mi cabeza solo me dejan pronunciar un “¡Hola!, ¿Cómo
estás?” y resaltarle que su abstinencia a su mayor gusto ha funcionado, y no
por lo que fue me refirió a una cama y un tipo desconocido, sino a la comida;
porque esa mujer de apariencia difícil de exaltar ama y valora día a día un
plato de aquello que sabe calmar el hambre, y dice “es que nosotros los pobres
no sabemos que es perder un grano de arroz del plato, por eso me cuesta hacer
dieta”, y me argumenta “créame que ni siquiera nuestros hijos dejan algo sin
comer, ellos saben qué es pasar hambre”.
E
insisto en mi cabeza y armo un monólogo de ideas para acercarme a ella y
preguntar, pero ¿si ella sabe lo que yo sé, me miraría igual?, ¿nos reiríamos juntas
de la misma manera?, pero cómo saberlo sino me arriesgo, entonces me digo qué
le digo yo a una ex prostituta cuando ni siquiera sé que es serlo, y cuando
digo ex, es porque ya no lo es.
Entonces
vienen más interrogantes a mi cabeza ¿por qué lo dejó? ¿Qué descubrió en su
mundo del que no somos capaces de hablar?, por tal razón desisto y lo olvido. No
lo hice.
En
la carrera 10 de la plaza de mercado, entre casetas de ventas y trabajadores
del capitalismo hay un grupo de mujeres, que con vidas diferentes tienen algo
en común qué contar, eso mismo que a la mujer negra no le he podido preguntar;
pero a diferencia estas no han encontrado el motivo para abandonar dicha labor
que margina su reputación y denigra su apariencia que con vestidos
desarreglados, harapos sucios y maquillaje burdo, no son más que remedos
de señoritas rebeldes.
Entonces
camino por calles sucias, rodeadas de la mugre más visceral y los rostros más
simpáticos e intimidantes, el olor a pobreza aumenta y el hedor a muerte en
vida sobreabunda. Observo mi caminar e intento no ser percibida, pero era
imposible; caminaba con una chica que sino la conoces dirías que “papi y mami”
le dan todo, y con dos hombres que aceleraban el paso con nosotras en la mitad,
y mientras uno más escuálido y agobiante indagaba por lo que queríamos, el otro robusto y bien
vestido se apenaba de lo que hacía.
Entonces,
llegamos. Un marco oscuro y mugriento adornaba una estrecha puerta y 23
escaleras a lo alto opacaban la vista de tan triste lugar, la escasa luz que el
sol les regalaba incomodaba nuestros pensamientos y encarcelaba a una mujer
detrás de unos barrotes, una dama veterana de figura regordeta y pantalones
cortos y de su rostro no tengo imagen pues el privado lugar no revelaba su
identidad.
‘La
grandota’, como la llaman, no quiso hablar. La situación se tornaba incómoda y
con cada 10 minutos que pasaban, iba despreciando nuestra intención, con un “no”
por respuesta y una ojeada insolente gritaban silenciosamente “atrevidas”.
Fue
un atrevimiento invadir su espacio, pero una cita a las 12 del medio día con
aquella que todos conocen y un trato de 10 mil pesos nos aseguraban algo de
información.
Volvimos
al lugar. Y justo allí estaba ella en esa misma esquina donde las más
diligentes aseguran su producción, pero no la noto. Entre la escases de
personas, la multitud de mis pensamientos no me dejaban hallarle, pues mi
estereotipo de prostituta no se asemejaba a ella, pero la duda sembrada sale a
flote, entonces me acerco y pregunto, ¿rres tú?, a lo que ella me contesta “depende
de a quién buscas”.
Apartada
del miedo y confiada de lo que hacía decidí confirmarle que era aquella que le
interesaba conocer de la prostitución, y sorpresivamente exhaló y en tono alto
y áspero me imperó con un regaño que jamás ha sido esa su labor, que vende
tintos y que en un pasado y sin vergüenza fue mediatriz y que si ignoraba lo
que era me lo resumía en “Trabajadora Sexual”.
Simpáticamente
sonreí y le ofrecí mis disculpas si al hablar la ofendía y que con gusto
corregía mis palabras, entonces pasó,
que mi prevención aumentó y me convencía que a aquella mujer, que a mi casa
solía ir, no la iba a ser capaz de entrevistar.
Pero
el dialogo con ella me convenció de que la vida te da sorpresas, y que las
apariencias engañan; y que más allá de la primera vista, la impresión se puede
mejorar. La charla se tornó interesante y entre su carro de tintos las
confesiones iban aumentado y detrás de sus lentes redondeados el grifo del alma
se abría y entre llantos y confidencias descubrí que la necesidad y un
desconsolado amor que la abandonó la arrojó a un charco de pudrición que el
invierno hacia cada vez más hondo.
Y
para ella siempre llovía a escasos momentos en que sus seis de ocho partos
calmaban el tiempo, alegrando su existencia de madre fulana, y que la vida
injustamente le cobró sus actos con la muerte de sus dos únicos hijos varones,
el único par de hombrecitos que quizás su corazón amaría.
Pues
el amor un día la traicionó cuando su primer hombre sigilosamente y sin
explicaciones huyó de la responsabilidad de ser su padre; y la golpeó cuando un
joven de rodillas pidió ser su compañero de vida, pero que por chismes de que
su suegro acabaría con él al enterarse, decidió levantarse y acabar con su
promesa a la vez que desvanecía la ilusión de Amanda Celia Redondo García; y la
terminó por destrozar cuando vio que su dignidad valía lo que su calzones
costaban en un remate de mercado, 10 mil pesos.
Eso
es lo que ha costado el ‘ratico’ durante años con Amanda, que sin gusto y sin
placer ha satisfecho a muchos hombres. Machos que han destrozado su vida y que
han consumido su cuerpo en diferentes posiciones que el Kama Sutra aún no
muestra.
Pero
¿por qué llegar a esto? “Mi mama era una mujer muy amargada, y me vine de Barranquilla
a buscar a mi padre. Cuando llego, me
encuentro con mi madrastra que me pone a hacer oficio y me manipulaba para que
me metiera a esto. Me indujo tanto que caí”, confesó Amanda, con el rostro
humillado.
Fue
mucho lo que probó en un mundo sin vergüenza, donde se exhibe una mujer como
presa de carne y un hombre como felino rodea el panorama, y que por gusto
escoge la que más se acomode a su paladar; entre caricias ajenas al corazón,
acuerdan un pago miserable que humilla y vulnera el derecho al buen nombre de una
dama.
Entre
sábanas de degrado y fluidos corporales
con olor a desprecio, esta mujer tuvo que luchar con su propio asco por
avaricia y amor al dinero, pues la costumbre mezclada con interés la obligaba a
vivir de su escaza belleza que cualquier macho ganoso pagaba por tener a
escasos 20 minutos su miembro viril entre rincones que, sin nombrar, son
pornografía a nuestra imaginación.
Más
de tres décadas y un lustro en un trabajo en el que no se es feliz, con una
vida que esconder y seis hijas de qué ver, no hay reputación que valga ni
promesas de miserables que te pagaron una vez para que después se lo des
gratis, no existe ni en el mas mínimo pensamiento un rastro de lo que una vez
fue amor e ilusión; “35 años en un trabajo de asco y ni una sola mano tendida
para ayudarte” recalca Amanda, una mediatriz que no vio salida a su avaricia.
Por
amor al dinero se quedan muchas de estas mujeres en este mundo, con la excusa
de un futuro mejor para sus hijos, que en el caso de Amanda gracias a Dios
ninguno fue producto de un mal cliente o como dice ella “de un polvo que no te
satisface”, sus seis hijas fueron producto de intentos de una familia feliz,
donde un dicho popular florece en este reflejo de vida “amor de puta y vino de
frasco, a la noche gustosos, y a la mañana dan asco”. No duraron mucho, y de
ello seis hijas y dos varones muertos quedaron.
Aunque
para Amanda ella jamás ha sido prostituta, pues esta es aquella que se entrega a tantos por placer, y no la que
se entrega a muchos por necesidad. Aunque la necesidad en cuatro días se volvió
costumbre al dinero fácil. Confesó ésta actual ‘tintera’ en una plaza de
mercado y en el fondo una salsa dominicana. Hipocresía e interés es lo que
mueve a una prostituta en la cama.
A
decir verdad “por la plata baila el perro”, asegura con un refrán popular que
traslada el tema a una etapa no muy lejana de su vida, que entre 5 termos de café nos confía que es una ex de esta profesión,
aunque la sociedad siempre la llame puta.
Los
recuerdos aún viven pero en la memoria de ella y de algunos clientes. Pues,
entre tragos y drogas, no hay un ayer que se conozca.
Por
confesiones de esta mujer morena de pañoleta azulosa que envuelve sus crespos y
grisáceos cabellos, he de saber que quien en dicho lugar dulce o chance venda,
su dignidad también la da.
Ella
dice, “tener relaciones por un peso, es una vida muy difícil” y cuando se saca
adelante a seis hijas, existe una razón por la cual decir, valió la pena.
La
misma cantidad de termos que su carro arrastra es la de los años de abstinencia
a este vicio que atrapa, en una vida de
peligros y suerte; donde las uñas y el coraje son el arma de defensa contra
aquellos rufianes que buscan sexo sin pago y que se valen de golpes y armas
blancas para recibir su servicio gratuito, que te paga con el agradecimiento de
seis hijas que no guardan un reproche.
Pero
no todo en la cama es malo, muchas veces se conoce de grandes personas que por
hogares destrozados e incomprensivas mujeres, deciden buscar una de estas que
los años y los raticos de vida le han dado un título en como “tratar hombres de
verdad” asegura una ex chancera que por fachada ocultaba su identidad.
Detrás
de boletas de lotería entre billetes se confundían de a 10 mil pesitos por un
ratico en un cuarto de la calle 10 donde hoy se sienta y se desahoga con una
excusa de egoísmo con los hombres, porque según Amanda Celia “Lo que es pa´ uno,
es pa´ uno”, y afirma “no critico a estos hombres que lo buscan a uno, pues en
su casa no le dan lo que quieren, pero jamás compartiría mi hombre con otra
mujer, por eso le huyo al compromiso”.
Pues
mala señal es para la moza cuando la llaman señora, y más aún cuando por años
esta ha sido prostituta y, aunque la sociedad la satanice hoy, le da gracias a
Dios por librarse de deudas y de mantener hijos; gracias a este sueño alcanzado,
consiguió salir de un charco de podredumbre que el verano secó, al igual que
sus lágrimas, que al final de esta conversación sonrió y entre palabras gratas
con un “muchas gracias” y un “hasta luego” se despidió no recibiendo su acuerdo
de 10 mil pesos de pago, porque “10 mil pesos, pueden ser el peor pago de tu
vida”.
Me
despido de la calle 10 con carrera 11 y sigo mi rumbo con la misma calle pero
con diferente ubicación.
Entre
bares y mujeres de un mundo bajo, donde las esquinas se convierten en oficinas
de relaciones públicas, y donde la cama es una bolsa de empleo que incrementa
su sueldo con métodos de satisfacción, las papeletas de aquel mágico y diluido
ingrediente se constituyen los gerentes del lugar.
La
belleza se acrecienta a medida que la cotización del bar aumenta en gran
manera, pues los ceros a la izquierda de
un pago que más que sexual es trivial,
vulgariza con su vestir, insulta
con su andar, degrada el papel femenino en la sociedad y estandariza el prototipo
de mujer.
Pues
ya no son aquellas de aspecto grotesco, de maquillaje burdo y de harapos, ahora
son niñas jóvenes, de un parecer que impacta, de sonrisa brillante, cabellos
largos y cuerpos torneados por la naturaleza, chicas que sin más reparo encajarían
en cualquier cargo alto de la sociedad y que a simple vista podrías dudar de si
es modelo o actriz de novela popular.
Decidida
por lo que en las calles me comentan, espero un nuevo amanecer para buscar
aquella rosa negra de gran amor y mortal dolor.
Entre
las calle del sur este e intermitencias de una cruda verdad, la contaminación
del tráfico pesado nublaba mi vista y ensordecía mis palabras, encontrado el
lugar; el aroma a hogar se hacía notar,
las rejas doradas aprehendía historias crueles y la novela del más hermoso
amor.
Aquella
mujer me recibió con una grata sonrisa y entre el polvo de una habitación que
yace como si nadie la habitase, el bullicio de aquella brisa que se colaba por
el espacio que esa puerta negra de hierro no alcanzaba a cubrir y el relajante
sonido de un grifo abierto permitía que las confesiones de una ex prostituta se
convirtiesen el diario de una historia de amor y la crónica de una dignidad
anunciada.
En
un comedor de madera oscura como los ojos de esta flor, un limpión rojo como la
sangre que verdea el índice cuando una rosa de un pinchazo traspasa su piel
aseaba el lugar y ordenaba cada imagen de un pasado que estremece e irrita el
alma en las palabras de esta mujer. Una
por una fue brotando de esos labios que las malas decisiones, dañaron las
buenas costumbres.
Así
como la manzana que Eva mordió, esta mujer también clavó sus dientes en la
podredumbre de una vida indigna, fruto que, como el de Blanca Nieves, se atascó
en su garganta y la adormeció por más de una década; años que no pasaron a ser más que eso, una medida
de tiempo que nunca cobró sentido y que sumergió sus anhelos en pesadillas. Zozobra
que vivió por más de 30 años dormida.
Su niñez, vida infame e inocente
“Soy
huérfana de padre, quedamos solos en este mundo con mi mamá, en un pueblo del
que no se conoce mucho, y la escuela fue una ilusión de tan solo 5 años, pues
después que nos quedamos sin él no hubo un cuaderno más donde si quiera leer”
Guajira
como las rancherías y caribeña como la “loca” brisa intrépida que sus caderas
folclóricas delatan, y que sus ojos reflejan entre las saladas gotas de agua
del mar Caribe que sus pupilas dilatan.
Entre
confidenciales historias que una niña ha de soportar, sin un padre y con una
madre que debía alimentar a tres pequeñas bocas que el estado no iba a subsidiar;
pero las calles de una Dibuya antigua aguardaría por estos tres inocentes que
en un separador de la vía principal
negociarían su pedazo de pan con ollas y bolsas que su mamá llenaba con
lo que su monedero auxiliaba.
Un amor en tiempos de fornicación
Inocente
florecita que la violencia no le permitió estudiar, maduraba con el sol, y
buscaba entre su amargo día una aventura que, la vida infame, por las calles de
su pueblo no le permitía disfrutar. Pero en el crepúsculo de su sueños se cruzó
una salida con fachada de amor, oportunidad con cuerpo de hombre e intenciones
de boda; enamorada y valiente, esta mujer decide abandonar su tierra natal y
dejar sus raíces por los brazos de ese
hombre.
El
calor de un hogar era el consuelo de lo que quedaba atrás y su luna era nueva
con cada hijo que de sus entrañas sumaron tres, y nacieron a las orillas del
mismo mar, pero en otra esquina del Caribe colombiano, en un lugar que dice ser
mágico pero que a ella le resultó de
terror.
Nuevamente
la violencia cobraba venganza, le
arrebataron su segundo amor entre una riña callejera y una mesa de billar, pues
las botellas de cerveza exasperaban el ánimo de más de uno que, incitados por
la rabia, armaron sus argumentos con pólvora e hirieron a quien solo buscó
parar y solucionar un malentendido estúpido que la justicia no supo a quién
cobrar, pero la vida sí, a esa flor que no conocía el color, solo la negrura de
sus días y el eclipse sobre sus sueños.
“Por
aquellos golpes de la vida a uno le tocó huir corriendo a la casa de mi madre
que se había venido a Santa Marta, me topé con más de una solución”; aseguró
una mujer con lágrimas caudalosas entre su rostro. La iglesia, el diablo, la
indigencia o una casa de familia, y opto por la última.
Pero
con un sueldo que solo alcanzaba para darle de comer a sus hijos, ella se hacía
rica pero de vergüenza de no tener con qué ayudar a quien la crió por muchos
años, entonces esta aún dama decide saludar la indigencia, visitando las calles
miserables de esta Ciudad. Se encuentra con un bar en el que solo mujeres de la
vida alegre atendían a hombres con una vida sexual triste.
“Yo
decido entrar, pero de mesera”, asegura orgullosa la mujer que frente a mí
confesaba que “la situación y la malas compañías me incitaron a este mundo,
donde el dinero no falta, pero las ganas de vivir sí”, entonces, involucrada
hasta el fondo de este abismo conoció el trago y los riesgos de este mundo, que
no solo la maltrataron internamente, sino que agolpearon su rostro, intoxicaron
su cuerpo y violaron su intimidad.
Irónicamente,
y con sarcasmo, personas le decían “Cristo te ama”, y ella solo pensaba “el
vicio me ama”.
Desconcertada
por lo que le pasaba, pero seducida por el dinero llegó al mercado con sus
hijos, donde vivía y trabajaba de lo mismo, “un día mis hijos se dieron cuenta
y me decían: usted que es lo que hace mamá que todo el día se la pasa allí
parada y vestida así” me comentaba la mujer que mi casa por días aseaba, por lo
que decidió hacerle frente a la situación y argumentar, “miren yo soy lo que
ustedes creen una `prostituta´, pero también soy su mamá y lo único que
encuentro para seguirles dando lo que les doy es eso, así que escojan el tipo
de vida que de ahora en adelante quieren seguir viviendo”, un silencio bastó
para saber que accedían a que su mamá
trabajara sin calzones.
Y
sin calzones puestos esta mujer conocería a más de un hombre y experimentaría
con los cuidados necesarios más de una pose que sexualmente calmaba el hambre y
que materialmente apaciguaba los antojos de sus hijos, y “entre tanta desdicha conocí el diablo”
refiriéndose al infierno que un ser humano vive cuando depende de sustancias
para vivir, que malgasta su dinero y su
tiempo por un poquito de ese algo y que se rebaja hasta lo más vil por
conseguirlo.
Pero
el vicio no se la cargó, y gracias al amanecer despertó de sus sueños aunque de
manera vergonzosa y entre las sabanas de una residencia, pues el príncipe azul
la besó.
Un
príncipe diez años menor, de físico atractivo, de corazón humilde, con un
compromiso que rompió cuando los labios maltratados de ella besó, la sacó de
este lugar y le mostró que en él no solo vería un cliente sino un amor para
toda la vida, que no reprochaba lo que hacía y que no juzgaba lo que en ella veía
porque amaba lo que por ella sentía y con un susurro cariñoso de halagos, en
menos de dos meses la convenció y la hizo su señora sin importarle que había
sido de muchos, y sin saber cuántos.
Y
como aquel canto de esta flor negra, una estrofa más de Mario César Gómila
resucita en la historia de este amor:
“Mi amor estaba así,
como dormido;
Cuando tú llegaste se
despertó,
y entre las risas y los
gemidos
de luz y gloria se
iluminó.
Después... mil noches de
placer y ensueño,
tú junto a mí, temblando
de emoción.
Sublime engaño de
saberme dueño
de tus encantos, de tu ardiente corazón”
La puerta se abría para esa flor negra que el
joven recogió en una cama untada de fornicación y sin calzones se enamoró, con
la virtud en el olvido y la dignidad pisoteada, este amor nació recíprocamente,
de aquella pasión que ella un día le dio entre la locura y la agonía de la luz
en sus ojos este hombre la aseguró suya hasta el día de hoy, que cuentan ya
siete años de profundo amor.
Pero más allá de sus malas decisiones esta mujer
se perdonó y reconoció que Dios era inocente de lo que ella culpaba como autor
de su desgracia, y aunque en un pasado se alimentaba diciendo,
"si Dios es
realmente un Dios de amor, ¿por qué permite que las cosas se tuerzan de este
modo? ¿Cómo puede un Dios de amor enviar a su hija a la prostitución?”, y ella
misma se contestó; "¡vaya una locura, que un
hombre haga semejante cosa! Pero ¿quién puede explicar las locuras que comete
el amor? El amor existe aparte de la razón y según su propia naturaleza, y lo
que hizo mi esposo lo hizo por amor.
“No cabe duda de que Dios debió de contemplar a distancia
lo que yo hacía y me dejó para que yo conociera el amor de un hombre y el de Dios”, palabras de una
ex prostituta que todo cambió y que no solo comprueba que es más fácil llamarla
prostituta, que llegar a serla. Así mismo concluyó diciendo que tenemos a un Dios de amor, al corazón humano infiel y el
engañoso atractivo del mundo. Y regalándome una cita de la Santa Biblia,
"¿quién es sabio para entender estas cosas, y prudente para que las
conozca? Ciertamente los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por
ellos. Pero los rebeldes tropezarán en ellos”. (Oséas14:9)
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Desglosando
lo que tanto se ha recorrido
Como si fuera la ‘Primera’ vez
Por: Tomás
Castellanos
La carrera Primera es la avenida más importante y
emblemática de la ciudad, cuenta con más de 80 establecimientos comerciales que
tienen una magnifica vista de lo que se conoce como la bahía más hermosa de
América.
Bajo un cielo azul y con un fresco viento rozando la cara, el día samario empezaba y el calor se volvía la constante entre cada paso.
La
travesía era, según lo planeado, caminar sin afán por las calles de la ciudad,
mas con el paso de los minutos el sol arreciaba.
Ver
a la gente caminar aprisa tratando de ocultarse de un sol verdugo que golpea
los rostros de los transeúntes.
Mientras
en una breve caminata, cualquiera que tiene el tiempo y las ganas de caminar y
recorrer esta emblemática playa, ya corrompida por la avaricia y el egoísmo de
los gobernantes del distrito quienes prefieren aumentar sus arcas a costas de
la biodestrucción de un recurso tan importante como lo es el agua, y de un
elemento tan importante para esta ciudad como los son sus playas.
Caminar
por el malecón de la bahía es estar en constante contradicción, es ver cómo el
turismo se desarrolla a pasos agigantados alrededor de una playa que tiene una
contaminación que, por más bella que sea la vista, la opaca.
Si
bien el tránsito por esta importante vía es fluido, los carros corren y avanzan
sin tener mayor complicación, el trayecto a pie es mucho más ‘divertido’ y
placentero para todos los sentidos.
La vista
La
vista es el primero de los sentidos que se despiertan cuando cualquier persona
pasa por la carrera Primera de la ciudad de Santa Marta: cubiertos por los
cielos despejados, el inmenso mar que casi al borde del horizonte por fin toma
ese hermoso tono azul verdoso, y ver las esculturas que conmemoran a las tribus
indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Los
locales comerciales que elogian un turismo basado en playas reconocidas
mundialmente, las cuales se encuentran lejos del perímetro urbano, puesto que
las que se encuentran en este, han sido devastadas por el carbón y las malas
administraciones que crearon uno de los elementos más destructivos de la bahía
de Santa Marta: la Marina Internacional.
El oído
Este
sentido se despierta ante los usuales improperios que utilizan muchos de los
tenderos e incluso en las sutiles conversaciones de las personas que, para
quejarse de sus gobernantes, utilizan palabras tan fuertes como el mismo morro
que ve de lejos las tristes atrocidades que suceden en la ciudad.
Alejados
de lo que en un principio es malo, se oyen risas y debates casi filosóficos de
los veteranos que a las horas de la mañana se reúnen en un café a discutir
sobre la noticia más reciente o sobre cualquier tema de actualidad que les
plazca comentar.
Crean
debates y polémicas tan fundamentados que ni el mejor Senador de la República,
o por lo menos el menos malo, sería capaz de refutar.
El olfato
El
olor a sal que genera tal cercanía con ese inmenso estanque al que llaman los
propios ‘mar’, es lo primero que pasa por el cerebro de cada quien que
cualquier día de la semana toma la decisión de caminar y disfrutar de la
arquitectura de la ciudad. Lo cual los lleva a ver a esas humildes personas que
con tanto esmero preparan comidas típicas en las tradicionales tiendas de las
esquinas.
Sandra
Garzón es una de las muchas mujeres que se levanta a las 4:00 a.m. para cortar,
pelar y sazonar los alimentos que con el paso del día cocinará, asará y fritará
para aliviar el hambre inclemente de los paladares samarios.
Su
día empieza a las 4 de la mañana, momento en el que da de comer a sus 3 hijos y
a su madre, puesto que su marido la abandonó después de su segundo hijo. Desde
su casa en el barrio Pescaíto, hasta la calle 11 donde se encuentra el
restaurante que con las uñas ha logrado sacar adelante, asegura con sus
palabras que ella lo hace por darles un futuro agradable a sus hijos quienes
son, junto con su madre, su razón para vivir.
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El puerto de los yates
La Marina Internacional de Santa Marta
Por: Sergio
Pérez
Uno de los tantos sitios de la esquina mágica del Caribe
colombiano. Este atractivo sitio turístico y comercial es un parqueadero de
yates, muchos extranjeros concentran su mirada en este punto de la ciudad para
guardar su navío.
La
Marina Internacional de Santa Marta es reconocida por su diseño paisajístico,
ideado por la diseñadora Diana Wiesner, que respeta la belleza de la bahía.
El
componente de responsabilidad ambiental se evidencia, la caracterización
de flora y fauna que se realizó previo a
su construcción, ha permitido hacer seguimiento riguroso a la
conservación del ecosistema marino.
La
Marina cuenta con muelles de última generación hechos de madera y flotadores
que los mantienen a la altura del mar y reducen el impacto del oleaje.
Diana
María Uribe Diez, directora de relaciones públicas y eventos, afirma que su
foco de trabajo son los extranjeros que resguardan sus yates y veleros en el
puerto. Y estos tienen preferencia en estacionar en Santa Marta porque su navío
está protegido de los vientos huracanados.
Para
todos es conocido el efecto de protección, frente a fenómenos tan temidos como
huracanes y tormentas, que ejerce sobre nuestra ciudad y sus áreas de actividad
marítima, la majestuosa Sierra Nevada de Santa Marta, eso hace de la Marina, el
mejor puerto turístico del litoral americano.
Los
extranjeros pueden disfrutar del cómodo, ambiental y cálido paisaje que brinda
una de las bahías más hermosas de América. El puerto se caracteriza por ser
deportivo con especialidad para embarcaciones de recreo, es decir, yates,
veleros y lanchas.
Entre
las 8 y las 12 del mediodía del 5 de enero del 2014 llegó a la Marina de Santa
Marta ‘The Best Skipper’ para llevarse el título de ganador de la VIII regata
Gran Prix del Atlántico, que este año tuvo como escenario la costa colombiana.
Una
regata es una competencia deportiva de velocidad, o una carrera entre
embarcaciones. Y para conveniencia estacionaron en la ciudad de Santa Marta
para finalizar la regata. Y a su vez resalta el potencial internacional que
posee el Caribe colombiano.
Durante
tres años, el puerto se ha posicionado en la ciudad con la intención de darle
un toque estético y turístico, tal así que en 2012 su inauguración enamoró a
turistas y nativos con un sin número de eventos culturales como conciertos
privados y públicos.
Ubicada
estratégicamente en la ciudad de Santa Marta, costa Caribe colombiana, fuera de
la influencia de la zona de huracanes. Cuenta con 256 atraques para
embarcaciones entre 25 y 132 pies de eslora, con un calado máximo de 11 pies y
una manga máxima de 29 pies. La marina de Santa Marta se encuentra muy cerca de
Aruba y del Canal de Panamá.[1]
El
actual puerto es dinamizador de la actividad turística, comercial y económica
de la ciudad, siendo a su vez un elemento importante en la generación de
empleo, la captación de nuevas inversiones de capital y el desarrollo
económico, en este caso, alrededor de la actividad extranjera, náutica,
deportiva y de recreo.
Recientemente,
con la llegada de las regatas al puerto samario ubicado en la bahía ha llegado
a la meta el Best Skipper, con lo que se ha hecho realidad el reto que se
propuso su armador, Giorgio Cerasuolo, organizador de las regatas desde las Islas
Canarias.
Al
salir de Lanzarote el pasado día 22 de enero, el objetivo era atravesar el Atlántico en no
más de 15 días. Lo ha hecho con una navegación muy rápida, que permite
establecer un tiempo record, para futuros retos oceánicos.
El
objetivo de la Marina Internacional es brindar a aquellos que estacionan en el
puerto comodidad y seguridad. Aparte de eso otorgar un servicio completo de
gimnasio, bar y nuevos locales artesanales que llamen la atención extranjera y
nutra el carácter turístico y comercial de la ciudad.
Según
Adalberto Henao, administrador del gimnasio, “La Marina brinda exclusividad y
un servicio completo a su clientela, debido al estrato en que nos situamos y la
vista al mar; además, a los extranjeros les gusta mucho adquirir objetos de
valor cultural que les recuerde su visita a Santa Marta”
La
construcción que se viene adelantando en la Marina Internacional de Santa
Marta, obedece a la edificación de un taller náutico para la reparación de
veleros que le concebiría a la capital magdalenense más competitiva a nivel
internacional.
"Estamos
adecuando un taller náutico, que ofrecerá mejores servicios a nuestros clientes
y a la ciudad, porque vamos a ser el primer taller que viene desde las islas
del Caribe, así que tendremos mayor afluencia de tráfico marítimo y más
turistas, porque la gente que llega a reparar sus veleros se quedan en la
ciudad", manifestó Mario Borges, ingeniero de planificación marítima.
El
taller náutico está estimado para hacer reparaciones menores a todas las
embarcaciones, y estamos trabajando para minimizar el impacto visual, haciendo
algo atractivo y hermoso para los samarios y por supuesto nuestros
clientes", anotó Diana María Uribe Diez, directora de relaciones públicas
y eventos.
Los
locales comerciales que están en vía de construcción son una característica que
resaltará la cultura samaria en la venta de artesanías y demás objetos de valor
cultural.
Del
10 al 20 de febrero se espera que los locales que se están construyendo queden
listos para entregarlos, y al finalizar el mes se abrirán.
"Cabe
resaltar que los locales, que son restaurantes, centros de artesanías y un bar,
serán asequibles para todo público, así pues que con estos proyectos esperamos
que Santa Marta, sea la indicada para que los turistas la visiten y consuman
las cosas buenas que tiene esta ciudad", afirmó la directora.
Publicado por Unknown en 13:28 with ¡Comenta!
Las noches
sensuales de Santa Marta
“Esto
no es dinero fácil, pero es dinero rápido”: Laurita
Por: Sandra Serrano
Los burdeles son los sitios que con el
pasar de los años han tomado fuerza y reconocimiento en la sociedad, pues la
prostitución desde siempre ha sido la salida fácil y de poco tiempo para
conseguir algunos pesos.
Los prostíbulos son los lugares
ideales para encontrar las historias de
mujeres envueltas en los problemas familiares, como familias disfuncionales y en
las carencias económicas; como también las
cuales por motivos de sus malas amistades han aceptado, como sin darse cuenta
terminaron en un sitio lleno no solo de hombres y alcohol, sino de drogas y
enfermedades.
Este es el caso del conocido ‘Burdel Tropical’
uno de los más prestigiosos de la ciudad,
reconocido por tener trabajadoras sexuales jóvenes y bellas que atrapan entre
sus encantos a jóvenes, adultos y ancianos , unos casados y otros en busca de
hacerlo, así es como con estos clientes
se empieza la jornada laboral de las 18 trabajadoras registradas en el negocio,
una jornada de seis de la tarde a dos de la madrugada, por una cuota de $50.000
por cliente, y un ratico de 25 minutos que llena de satisfacción, placer y
hombría a aquellos que lo visitan.
La fachada de este lugar no se hace
esperar, dos vigilantes bastante serios, nos atienden al entrar, revisando que
no se ingresen armas al lugar, bastante nerviosos miran a su alrededor creyendo
que es una trampa para allí revisar lo que en muchos lugares la gente busca al
entrar, como son las drogas, que se han vuelto la sustancia principal para
gozar y no recordar lo que en las noches del bar suele pasar.
Este es un lugar oscuro, lleno de
luces que centellean por segundo en el
que resalta el brillo de las lentejuelas
de los vestidos y zapatos que aquellas damas utilizan, lleno de pequeños
cubículos, rodeados de espejos y barras ideales para seducir y enamorar a los
hombres de la ciudad; un trabajo duro, pero según ellas bien pagado, pues cada
una al final de su jornada se lleva consigo alrededor de 450.000 pesos unos
tragos en la cabeza y algo de droga para terminar la noche como al inicio de
ella ‘radiante’.
Un trabajo que, a diferencia de los
demás, no exige experiencia pues entre menos tenga, más apetecidas y buscadas
son por sus clientes, les permiten a los 18 años ingresar al mundo de la
prostitución, unos cuantos exámenes y lista para la acción. Es ahí donde las
niñas difícilmente dicen que no, pues les brindan una casa, y una habitación
para tres, un colchón viejo y manchado, y unas cuantas cuerdas en la misma
habitación para allí colgar esas prendas con las que noche tras noche seducen
al caminar, y si es allí donde las niñas de todas partes de la ciudad descansan más de lo normal, no hay más normas que la de
brindar a su jefe 10.000 pesos por
cliente.
A diferencia de los burdeles que se
encuentran calle abajo, este aún mantiene algunas trabajadoras algo alejadas de
las drogas, llenas de vitalidad, una cara humilde y unos gestos aun penosos.
Este es el caso de la trabajadora más
reciente del lugar, quien tan solo acaba de cumplir la mayoría de edad, pero
que por motivos económicos y familiares escogió el mundo del dinero fácil.
A pesar de encontrarse con techo,
comida y buen pago, las trabajadoras muestran en sus ojos la triste y dura
realidad de sus decisiones, alguna simplemente nos observan al caminar como
sorprendidas de creer que podamos visitar el lugar en busca de un puesto para trabajar, y luego
de tanto pasar una se acerca y nos aconseja no entrar, enterada de nuestra
investigación nos lleva hasta su habitación donde se encuentran dos niñas más,
quienes muy amablemente aceptan responder nuestras preguntas.
Allí se encuentra Laurita, una niña
paisa, delgada, de cabello negro y bastante agraciada, que cuenta de manera
sonrojada lo que la llevó a trabajar en este negocio.
¿Quién es Laurita? Laurita es paisa,
fue abandonada por el papá de su hija de 2 años. Trató de mil formas obtener un
trabajo honrado en casa de familias, pero por tener la responsabilidad de un
bebé no fue aceptada.
Juzgada por su mamá, como lo dice ella,
por meter las patas, y hoy reciente trabajadora de un lugar en el que, a pesar
de ganar más que un doctor, espera salir pronto y formarse como las demás niñas
de su edad, brindándole a su pequeña hija, con los ahorros del negocio, lo que
necesite.
Juana es otra de las trabajadoras, en
la cama de al lado escucha las repuestas de su compañera y luego de unas
preguntas más, responde que bien saben ellas que este negocio, a pesar de ser
ilegal y no tener ninguna ley que ampare los burdeles en Colombia, estos sitios
son constantemente visitados por entidades que regulan su funcionamiento en
cuanto a la salud de sus trabajadoras, previniendo de esta manera la
proliferación de las enfermedades de transmisión sexual, y brindando de una u otra manera la forma más
segura de protegerse y tener un vida sana.
Los nombres de los negocios y
personajes han sido cambiados a petición del dueño y las trabajadoras.
Publicado por Unknown en 13:26 with ¡Comenta!
El comercio de Santa Marta
La
avenida del éxito comercial
Por: Sandra Serrano
Las
doce calles del éxito, en donde se encuentran diferentes ofertas y productos
para la familia, la Quinta caracterizada por ser una de las calles más
transitadas y visitadas por ciudadanos y turistas.
‘La Quinta’ es uno de los
lugares más conocidos por los samarios, un sitio congestionado de puestos y
personas que desde hace muchos años le dan vida a esta zona de la ciudad, donde
se encuentra desde las prendas más económicas hasta las más costosas una dentro
de almacenes y otra en los distintos puestos que ocupan los andenes y obstruyen
la visibilidad de los locales.
Es por esto que la mayoría
de propietarios denuncian y hacen hasta lo imposible por tratar de desaparecer
a estos vendedores ambulantes.
El
ambiente de la competencia y buena atención
El ambiente con el que
diariamente viven los trabajadores de estos puestos es la competitividad, la
clave de su éxito en el mundo comercial. Los puestos callejeros de la ciudad se
ubican en la puerta de los almacenes a las 8:00 a.m., la misma hora en que
estos abren sus puertas, con el fin de mostrarle al cliente que lo que está adentro
fácilmente lo encontrará allá afuera, a un precio más económico y con la
posibilidad de llevar dos.
Carlos, un vendedor ambulante
de gafas y películas, afirma que es una manera honesta de rebuscarse la comida
para el diario vivir de su familia, y
que aunque para la gente que transcurre la calle, quizás le parezca fácil y
descansado, pero es todo lo contrario, puesto que el cliente se acerca al que
promociona, gritando el precio, la oferta y el producto que está vendiendo y es
bastante agotador, pues si no estás ahí, el de al lado se lleva tu cliente.
Son bastantes los artículos
que se encuentran en las puertas de los locales; alrededor de 100 son los
puestos desbordados en artículos y con diferentes maneras de organizar su
mercancía, para robarse la atención y obstruir la vista de los locales legales,
es por esto que muchos dueños de local se quejan y denuncian.
Pero a diferencia de estos,
hay quienes saben que todos tienen oportunidades de progresar y buscar de
manera honesta su bienestar, es por esto que en un almacén de joyas de la calle
12 el señor Claudio afirmar haber entendido que no hay que preocuparse por la
venta de los demás o por los puestos callejeros, pues el sol brilla para todos.
Son muchos los puestos,
llenos de variedad a la hora de buscar, economía, garantía y calidad, entre
películas, juguetes, maquillaje, ropa, zapatos, libros, forros para celulares,
carros, accesorios para mujeres y hombres, celulares, fritos y jugos entre otros artículos que se roban la
venta de los almacenes donde el iva y los impuestos encarecen sus productos y
dejan de ser así los numero uno en ventas.
Para los almacenes de ropa
ubicados en la calle 17, sus dueños explican cómo los puestos no solo obstruyen
los almacenes, sino que también obstruyen gran parte de la zona peatonal,
llegando hasta el punto de hacer que sus transeúntes tengan que caminar bajo el
andén, exponiendo su vida en la carrera Quinta, donde los carros, busetas y
motos tratan de pasar a toda prisa, para no tener que esperar a ese semáforo
que lentamente pasa de rojo a verde.
Son muchos los que se
quejan, pero también muchos los que agradecen la posibilidad de rebuscarse la
vida diariamente desde las 8: 00 a.m., hasta las 7:00 p.m., logrando con esto subsistir
en una ciudad en la que todos los alimentos, arriendo y transporte se encaren
con el pasar del tiempo.
Luis, un vendedor de jugos
con más de 20 años de trabajo ubicada en la calle 16, en la conocida calle de
los jugos, reconoce la calidad de plaza comercial que maneja la ciudad, pues
según él, lo que se saque se vende, así describe las ventas de su día, entre
clientes, sonrisas y buena atención dice que una de la bendiciones que le ha
dado Dios es el agradecimiento y el amor a su trabajo.
Una
manera honesta de salir adelante
Esta es una muestra clara de
empeño y dedicación de todas las personas que de una u otra forma no tuvieron
la posibilidad de estudiar y tener un trabajo legalmente establecido, pero que
entre honradez y buenos principios, prefieren vociferar y durar horas de pie
ofreciendo sus productos, y no de una manera deshonrada ganarse la vida.
Publicado por Unknown en 13:24 with ¡Comenta!
Al
ritmo de los tambores
Fundación
Cultural Pitágoras de Samos
Por:
Laura Lascano
La Fundación Cultural
Pitágoras de Samos fue fundada en 1982, por el señor Daniel Juvinao en compañía
de otro colega. Comenzó como un colegio de preescolar, básica primaria, secundaria
y media técnica, con pequeños alumnos. Poco a poco fue creciendo esta escuela
privada, que luego de un tiempo el señor Juvinao compró la parte de su colega y
se hizo dueño de todo al lado de su esposa Nectalina Guette de Juvinao.
El
nombre fue tomado del gran filósofo Pitágoras de Samos con el lema “Educa al
niño de hoy, para que no corrijas al hombre del mañana”. Después de un largo
tiempo salió la idea de crear un grupo de danzas, pero no solo con los
estudiantes del colegio, si no con cualquier persona que le gustaría aprender
el arte de bailar, estar en un grupo, aprender movimientos corporales,
expresión, etcétera.
Apenas
hace cuatro años el grupo de danzas Pitágoras de Samos se convirtió en
fundación y a raíz de eso nos llegan muchas más invitaciones para viajes
internacionales y nacionales. El grupo consta con diversos bailes de muchas
regiones de Colombia: cumbia, mapalé, pájaro, ciempiés, baile negro, ritmo
africano, mohana, currulao, seresese, tambora y principalmente el hermoso baile
de nuestra región el Caimán.
Estar
allá es calma, tranquilidad, por medio del baile podemos sacar nuestros
sentimientos, sea de rabia o de tristeza. Aunque es un lugar pequeño, es muy
agradable. El colegio está ubicado en la carrera 21 con calle 12 en el barrio
San José, ocupa una cuadra pequeña, en el interior se encuentran todos los
salones, la administración y nuestro lugar sagrado, en el que más me gusta
estar, nuestro cuarto de danza. Allí están todos nuestros vestuarios,
implementos de ensayo, nuestro cuarto secreto, el que solo podemos entrar
pocos.
Hago
parte de la fundación hace cinco años y ha sido una de las mejores experiencias
de mi vida, ahí aprendemos muchas cosas que nunca pensamos que podíamos hacer,
le he cogido tanto amor que después de mi carrera mi segunda prioridad es eso,
bailar.
En
los comienzos del grupo, hubo un profesor de danzas llamado Alberto Arias el
cual duró mucho tiempo, pero le salieron más oportunidades de trabajo y que
hasta el día de hoy tiene su propio grupo de danzas llamado Trietnia. Después del
profesor Arias, llegó la persona que me ha hecho llorar, reír, bailar, el
hombre que me ha enseñado todo lo que sé, es Nelson Bayuelo, gracias a él y a
la fundación he tenido muchas puertas abiertas tanto como de bailarina, como de
profesora y hasta de instructora de aeróbicos.
Luego
de muchos ensayos, desgaste físico, golpes y tiempo sin dormir, llega la
recompensa, nuestros triunfos. A todos los lugares a los que hemos ido tenemos
la dicha de recoger siempre la mejor reputación y los primeros puestos. En
Colombia hemos ido a lugares tales como Sahagún, Córdoba; Belén, Boyacá; Ibagué,
Tolima (hemos asistido por tres años seguidos); Bogotá; Otanche, Boyacá;
Chimichagua, César; Pailitas, Bojacá y muchos otros. Y a nivel internacional
hemos tenido el placer de viajar a México, en Mérida Yucatán, del cual dejamos
a Colombia como uno de los países que más variedad de cultura en cuanto a danza
tiene.
Hemos
participado en el festival del caimán cienaguero, con tres veces consecutivas
estuvimos en primer lugar, hasta en el 2013 y 2014 que ocupamos segundo puesto.
Y en Barranquilla para carnavales asistimos el sábado a la gran parada y el
martes concursamos en la plaza de la paz por los congos de oro, que hasta el
momento tenemos 12 ganados. Desde el 2012 el carnaval de Barranquilla ha
decidido otorgarles premios al grupo que haga mejor desfile en la gran parada
de la 17, y en el 2012 fuimos nosotros quien obtuvimos primer lugar en dicho
desfile.
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