Desglosando
lo que tanto se ha recorrido
Como si fuera la ‘Primera’ vez
Por: Tomás
Castellanos
La carrera Primera es la avenida más importante y
emblemática de la ciudad, cuenta con más de 80 establecimientos comerciales que
tienen una magnifica vista de lo que se conoce como la bahía más hermosa de
América.
Bajo un cielo azul y con un fresco viento rozando la cara, el día samario empezaba y el calor se volvía la constante entre cada paso.
La
travesía era, según lo planeado, caminar sin afán por las calles de la ciudad,
mas con el paso de los minutos el sol arreciaba.
Ver
a la gente caminar aprisa tratando de ocultarse de un sol verdugo que golpea
los rostros de los transeúntes.
Mientras
en una breve caminata, cualquiera que tiene el tiempo y las ganas de caminar y
recorrer esta emblemática playa, ya corrompida por la avaricia y el egoísmo de
los gobernantes del distrito quienes prefieren aumentar sus arcas a costas de
la biodestrucción de un recurso tan importante como lo es el agua, y de un
elemento tan importante para esta ciudad como los son sus playas.
Caminar
por el malecón de la bahía es estar en constante contradicción, es ver cómo el
turismo se desarrolla a pasos agigantados alrededor de una playa que tiene una
contaminación que, por más bella que sea la vista, la opaca.
Si
bien el tránsito por esta importante vía es fluido, los carros corren y avanzan
sin tener mayor complicación, el trayecto a pie es mucho más ‘divertido’ y
placentero para todos los sentidos.
La vista
La
vista es el primero de los sentidos que se despiertan cuando cualquier persona
pasa por la carrera Primera de la ciudad de Santa Marta: cubiertos por los
cielos despejados, el inmenso mar que casi al borde del horizonte por fin toma
ese hermoso tono azul verdoso, y ver las esculturas que conmemoran a las tribus
indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Los
locales comerciales que elogian un turismo basado en playas reconocidas
mundialmente, las cuales se encuentran lejos del perímetro urbano, puesto que
las que se encuentran en este, han sido devastadas por el carbón y las malas
administraciones que crearon uno de los elementos más destructivos de la bahía
de Santa Marta: la Marina Internacional.
El oído
Este
sentido se despierta ante los usuales improperios que utilizan muchos de los
tenderos e incluso en las sutiles conversaciones de las personas que, para
quejarse de sus gobernantes, utilizan palabras tan fuertes como el mismo morro
que ve de lejos las tristes atrocidades que suceden en la ciudad.
Alejados
de lo que en un principio es malo, se oyen risas y debates casi filosóficos de
los veteranos que a las horas de la mañana se reúnen en un café a discutir
sobre la noticia más reciente o sobre cualquier tema de actualidad que les
plazca comentar.
Crean
debates y polémicas tan fundamentados que ni el mejor Senador de la República,
o por lo menos el menos malo, sería capaz de refutar.
El olfato
El
olor a sal que genera tal cercanía con ese inmenso estanque al que llaman los
propios ‘mar’, es lo primero que pasa por el cerebro de cada quien que
cualquier día de la semana toma la decisión de caminar y disfrutar de la
arquitectura de la ciudad. Lo cual los lleva a ver a esas humildes personas que
con tanto esmero preparan comidas típicas en las tradicionales tiendas de las
esquinas.
Sandra
Garzón es una de las muchas mujeres que se levanta a las 4:00 a.m. para cortar,
pelar y sazonar los alimentos que con el paso del día cocinará, asará y fritará
para aliviar el hambre inclemente de los paladares samarios.
Su
día empieza a las 4 de la mañana, momento en el que da de comer a sus 3 hijos y
a su madre, puesto que su marido la abandonó después de su segundo hijo. Desde
su casa en el barrio Pescaíto, hasta la calle 11 donde se encuentra el
restaurante que con las uñas ha logrado sacar adelante, asegura con sus
palabras que ella lo hace por darles un futuro agradable a sus hijos quienes
son, junto con su madre, su razón para vivir.
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